miércoles, 6 de julio de 2011

La perfección de ese ser.


No hay ser más perfecto en la tierra que la mujer, ella puede aguantar todo,
Amarte sobre todas las cosas, no importa si eres calvo, feo, lisiado o torpe.

Y en el intermedio
Puede permanecer días, meses, años aguantando lo que sea en espera de aquel detalle que alegra su vida, de ese beso, de esa caricia.

Entregando todo.
Puede llorar en silencio por las noches sin que te des cuenta.
Puede tratar de arreglar las cosas que ella cree que hace mal para agradar a su hombre.
Incluso puede darte la razón aunque no la tengas para reafirmar tu masculinidad.

Nunca hieras a una mujer.
No la menosprecies,
NO LE MIENTAS
Ni olvides los pequeños detalles.
Jamás mires a otras mujeres en su presencia.
No dejes de hacerle el amor como si fueras un loco adolescente,
Con aquella pasión que arrebata los sentidos.

No la engañes,
Podrás encontrar mil mujeres que te complazcan más aún de lo que lo hace ella,
Pero jamás encontrarás en todas ellas por mucho un amor tan grande como el que te brinda tu compañera…

Pero si has fallado aún tienes posibilidades de enderezar el camino
Antes de que termines solo;
Y sabes que no hay cosa peor que estar solo.

Tu pecho se hunde, algo se revuelve queriendo salir,
Una sonrisa triste se asoma en tu cara mientras permaneces callado viendo la luz del sol entrar por la ventana y posarse sobre las mejillas de tu esposa.

Eres un hombre muy afortunado,
Pero tu tiempo se agota.

Aún hay esperanza mientras respires.
Ánimo.
Abrázala con todas tus fuerzas y hazle sentir que no la dejarás partir.
No sin luchar.

Escrito por: Víctor

viernes, 1 de julio de 2011

Mauricio Galán


Estoy sentado en un café leyendo el periódico, esperando a mi editor.
Tú, sentada en la mesa de enfrente, mirándome fijamente.
Tus labios carnosos e incitadores.
Tu cabello negro y largo.
Esbozando una sonrisa maliciosa me llamas con el índice.
(La cámara se acerca a tu rostro como en una película de Kubrick)
Y yo sólo me quedo atónito observándote…
-Ven… No seas tímido.
Me revuelvo extasiado en mi asiento.
Mi corazón latiendo con fuerza.
Me levanto y me siento a tu lado mirándote directo a los ojos.
-¿Cómo te llamas? Me dices mientras acaricias mi rostro.
Víctor.
-¿Y a quién esperas? Dices mordiéndote el labio y jugando con tu cabello.
Me has atrapado como insecto en ámbar seducido por tu mítica belleza.
Me miras como en cámara lenta esperando divertida mi respuesta.
Segundos que parecen siglos. Titubeo un poco.
-A ti por supuesto respondo sonriendo.
Te acercas un poco más a mí. Tu perfume envuelve mis sentidos.
Me das un beso apasionado, sorpresivo, contundente.
-¿Qué haces?
Escribo un libro.
-¿Sobre qué?
Sobre el amor, la pasión, la, la…
Me interrumpes susurrando en mi oído:
-¿Te ayudo?
Con todo gusto aclamo.
Me levanto, te tomo de la mano y le dejo una buena propina al mesero.
-Gracias señor ¿Qué quiere que le diga al señor Gómez cuando llegue?
¡Dile que la voy a hacer pedazos!
-¿La idea del libro señor?
¡No animal!... A ésta, le digo señalándote con los ojos.
Tú solo ríes divertida.
-¿Nos vamos?
Y salimos de aquel lugar mientras el mesero dice en voz alta para sí mismo:
¡Es usted un maestro!

Escrito por: Víctor.