Como ya había dejado un poco abandonado este lado del blog, hoy que traigo un chorro de ganas de escribir, para cansar mis manos tanto como mis pies, les voy a dejar una segunda entradita.
Esta mañana saliendo a cumplir con mis ocupaciones, como es normal en esta ciudad caótica, llena de contaminación visual, sonora y hasta olfativa; tomes la ruta que tomes, todo está vomitándose. El metro puede ser relativamente más rápido que el micro o un deportivo 2009 en medio del circuito en obras, así que es tomado por miles de personas que van a sus trabajos o a sus escuelas principalmente.
Sin embargo, en el metro nunca falta alguna situación que puede retardar el andar del "naranjita", la mayoría de las veces se queda varado sin que los usuarios sepamos que diantres pasó, en medio del bochorno que causa el sobrecupo y el estrés de ver pasar los minutos en las caras de los compañeros de vagón.
En las horas pico, es bien sabido que hacen una división exclusiva para mujeres y niños, aunque la verdad entre mujeres podemos despedazarnos pero jamás nos daremos paso, todo por ganar un asiento o entrar primero. Da pena ver a las embarazadas y mamás con bebés o niños pequeños, paradas soportando los apretujones de su mismo género.
Me molesta que apenas si puedes entrar y todavía se suban los vendedores, además vendedores "hombres" en el área de mujeres y los policías haciéndose de la vista gorda, porque en algunas estaciones cuidan y en otras ni sus luces, ¡el colmo! fue que esta mañana cuando logré abordar en Centro Médico, pues ni en el andén había espacio, me encuentro con un monigote sentado cómodamente, obvio en el área de mujeres, portando nada más ni nada menos que su chamarrita de trabajador de Sistema de Transporte Metro.
Seguro que por mis dos pesos no me darán trato preferencial.
1 comentario:
Jajaja triste pero pasa hija: Sólo en México, país de esperanza, lugar de oportunidades...
Nido de ratas.
El sirenito... he he pa!
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